Las historias de las muertes más insólitas.

“En ocasiones el destino determina que, por más injusto e insólito que parezca, te llegó la hora. Cuando te llega, te llega y así fue lo que le sucedió el año pasado a un hombre en Inglaterra que fue al cine”.


1) Atrapado en las butacas del cine
El espectador, había ido a ver una película en una de las salas vip. Durante la proyección, se le cayó el celular al suelo. Quiso levantarlo y su cabeza quedó atascada entre las butacas. Resulta que en aquel país, los asientos de última generación, tienen electricidad.
El hombre sufrió una descarga eléctrica que le provocó un paro cardíaco. Lo pudieron liberar entre su pareja y los empleados de la sala rompiendo parte de las butacas, pero lamentablemente falleció una semana más tarde.

2) Se mordió la lengua
Como este hay muchos, por ejemplo Allan Pinkerton, creador de una famosa agencia de detectives, murió de una infección después de morderse la lengua cuando se resbaló en la calle.
3) Se resbaló con su barba
El austríaco Hans Steininger supo ser famoso por tener la barba más larga del mundo de casi un metro y medio. Un día de 1567 hubo un incendio en su ciudad y en la huida el hombre se olvidó de enrollar su barba, la pisó, perdió el equilibrio y se rompió el cuello.

4) Se resbaló con una cáscara de naranja
Otro caso similar en una calle de Nueva Zelanda, donde un hombre se tropezó con un pedazo de cáscara de naranja. Se rompió la pierna tan mal que debió serle amputada. Murió debido a complicaciones de la cirugía.
5) Jugando al gallito ciego
Una mujer estaba en una fiesta y al dueño de la casa, se le ocurrió jugar a la gallito ciega. Jugando, jugando, la mujer cayó por un hueco de las escaleras y falleció casi en el acto.

6) El insólito caso de Cachy, el caniche
Hubo un caso muy conocido en nuestro país que sucedió hace 30 años. Fue una de las muertes más insólitas que salió en los medios de todo el mundo. Fue un accidente que provocó una tragedia que conmovió a todo Caballito.

Sucedió en la mañana del 21 de octubre de 1988. En la esquina de la avenida Rivadavia y la calle Morelos. Era un día normal y la gente caminaba como cualquier día. Un perro caniche se cayó desde el balcón de un piso 13 y desencadenó una tragedia.
Resulta que la señora Marta Espina, de 75 años, caminaba en ese cruce de calles y se quedó frente a una vidriera de una conocida casa de alfombras. Al mismo tiempo, Cachy, un perro caniche perteneciente a la familia Montoya, jugaba en el balcón del piso 13 de sus dueños, cuando de pronto, sin saber cómo, atravesó un hueco de la baranda y cayó al vacío.
El caniche cayó encima de la señora Espina, que recibió el impacto del animal sobre su cabeza y falleció en el acto. Cachy también perdió la vida en la caída. Edith Solá, aparentemente llevada por la curiosidad de saber lo que había pasado (o quizás intentando ayudar) cruzó muy apurada la avenida Rivadavia, con tanta mala suerte que fue atropellada por el interno 15 de la línea 55, que circulaba por ahí.
Lamentablemente todavía faltaba una muerte más, porque un hombre sufrió un ataque cardíaco al ver todo lo sucedido y falleció en una ambulancia camino al hospital. La caída del perro y la muerte de tres transeúntes constituyó una noticia tan insólita que ocupó la primera plana de algunos diarios de la época.
“Ya lo sabes, disfruta cada momento, porque cuando te toca, te toca”.

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